Blog dedicado al estudio de la democracia en todos sus aspectos, pero centrándose en los formales, es decir, en el estudio de los sistemas políticos que aspiren a lograrla.

domingo, 30 de noviembre de 2008

El sistema de partidos: estado de la cuestión

19:59 Posted by Lino Moinelo , , , , 2 comments
Los partidos políticos ocupan todo el espectro político en el panorama social actual. Esto puede parecer una obviedad, ya que puede que lo primero que piense la gente es que ¿acaso no son los partidos políticos la máxima expresión de la representación democrática que conocemos, al ser los receptores de nuestra mejor herramienta como ciudadanos: el voto?. Todo parece indicar que es así, pero ello no significa que no existan otras formas de verlo, ni mucho menos que sea la mejor...

El papel del ciudadano


Si los partidos políticos, o en su defecto, sus dirigentes bien sea a nivel municipal, autonómico, nacional o estatal, toman todas las decisiones ¿que papel le queda al ciudadano?

Tal y como la concibieron los griegos, el protagonista en una democracia era el ciudadano. Según los expertos(1), tras la Segunda Guerra Mundial y con la aparición de la Guerra Fría, se fueron implantando en Europa los actuales sistemas de elección de gobiernos. El aumento de población y la consiguiente necesidad de representantes, junto con la necesidad de tener gobiernos «fuertes», ha servido como excusa en la mayoría de países en donde esos sistemas se ha implantado, para crear una casta política endogámica.


Endogamia política


Es endogámica porque apenas varía. Se elige a una parte de ella para ocupar unos puestos, mientras que la otra pasa a «la reserva». Para acceder a ella es necesario pasar por los filtros que ella decide. Los «apartados» ideológicos están copados.

Esto provoca que en cuanto surge la oportunidad, se aprovechan como se puede nuevas brechas ideológicas, culturales o políticas en general. Pero la cuestión de fondo es que el ciudadano acaba quedándose una y otra vez, fuera del juego. No se piensa sea necesario decir que un sistema en donde el ciudadano no decide, que no influye tan siquiera en este panorama, no es una democracia.

Podría decirse que cualquier ciudadano puede formar un partido. El problema de esto se ha mencionado: al convertirse en parte de la casta es el nuevo partido quien decide. Por buenas que puedan parecer sus intenciones, en caso de alcanzar el poder este pasara a formar parte de otra casta renovada, pero el ciudadano una vez más, volverá a quedarse al margen. Y ya se sabe el poder, lo que acaba produciendo en las personas una vez se exponen a el.


La posibilidad de elección y acceso a la política


No se sabe quien está realmente dentro de los partidos. Cuando uno de ellos elige a un presidente, nadie más que los afiliados del partido lo conoce lo suficiente. En algún caso se pasa de alcalde a ocupar otros puestos, incluso ser presidente del gobierno. Pero en todo el proceso apenas ha habido ocasión de que los ciudadanos hayan decidido sobre el.

Se podría pensar que si ha sido elegido como presidente autonómico, por ejemplo, ya se tiene una valoración de este político como candidato y representante por parte de los ciudadanos. Sin embargo, la realidad nos muestra como a duras penas se puede hacer tal cosa de un candidato, ya que estamos obligados a elegir listas cerradas y programas electorales completos, además de tener que esperar varias legislaturas.


Los partidos


La casta política tiene como unidad fundamental el partido. El «átomo político» es el partido. O más bien la «célula» del sistema partidocrático, y como célula, ha de alimentarse. La financiación de una campaña electoral podría ser el motivo para que gente, ciudadanos de ideologías afines, se organizaran conjuntamente en forma de partidos para economizar y optimizar gastos. En lugar de esto, en España la financiación de los partidos corre a cargo del Estado. Un Estado al que accederán los propios partidos que son financiados. Partidos que utilizarán esa financiación para, por supuesto, seguir en el poder, y tener, si es posible, más financiación, para seguir aún más en el puesto. Y así sucesivamente. El partido se convierte así, en una forma de acaparar poder, no de representación.

El partido es la razón fundamental, el objetivo político, y al mismo tiempo la fuente de todas las decisiones. El objetivo de sus miembros o afiliados no es la representación democrática. Primero está el servir al partido. Y el partido tiene como objetivo la supremacía política, de forma similar a como una empresa cualquiera tiene un objetivo similar, en el ámbito económico(2)


Comparación entre un mercado económico y el político


Continuando con el símil mercantil, para una mejor ilustración de la ineficacia del actual sistema, se va a comparar el funcionamiento del mercado (económico) con el político. En un sistema de mercado libre o parcialmente intervenido, las empresas siguen como objetivo la satisfacción del consumidor (las tácticas manipuladoras existentes en la propaganda, comunes también en el terreno político, se van a dejar a un lado por ahora). Para ello, el consumidor o ciudadano tiene todo un abanico de posibilidades y productos a elegir, así como donde y cuando realizar su compra. Si desea hacerlo.

Si este panorama fuera tal y como funciona el actual sistema representativo político en España, la situación quedaría como sigue: el ciudadano o consumidor, no podría realizar sus compras cuando quisiera, solo cada cierto tiempo establecido. Mientras tanto, la oferta no estaría en función de atender a las necesidades, sino que toda ella estaría limitada a la decisión de una casta dirigente (de forma similar a lo que ocurría en la URSS en todos los ámbitos). Pero no acaba aquí el panorama desolador. El consumidor no solo estaría limitado a comprar los productos disponibles, sino que debería comprarlos en bloques, es decir, como si al entrar a los supermercados no se pudiera acceder a la totalidad de los productos, sino que se tuviera que elegir entre unas listas cerradas y bloqueadas de productos, en las que se supone hay un surtido de todo lo que necesitamos, con ligeras diferencias entre ellos, pero que muy rara vez podrían ser de gusto de los consumidores al no cubrir todos los posibles gustos y preferencias de estos, teniéndose que conformar con la lista menos mala.


Sectas políticas


El partido no permite que convivan dentro de el otras corrientes ideológicas distintas a la del dirigente. De hacerlo, serán relegados al ostracismo, al olvido, al ninguneo. Rosa Díez, Acebes, Zaplana, Gallardón..., aquellos que difieran de la corriente principal están ineludiblemente condenados al enfrentamiento, porque el partido así lo ha decidido. El seguimiento religioso del líder es obligado para prosperar en la carrera política.

En la actual configuración, los partidos son receptores de personas con gran avidez por el poder y la notoriedad. Este en si no es el problema. Es más, puede que hasta sea necesario que hayan personas con estas «aficiones». Pero la cuota de poder ejercida desde la cima, hacia la parte inferior de la jerarquía, es tan alta en un sistema basado principalmente en partidos que es especialmente atractiva para este sector de la población humana. El partido manda, nadie fuera de el le controla salvo otro partido y siempre y cuando sea sustituyéndole en el poder. No hay contrapeso durante las legislatura. Por lo tanto, el que acaba estando al frente de un partido, haya sido elegido de la forma que sea, manda mucho. Y esto «tira mucho».

La «captación» de simpatizantes o afiliados se basa en la adulación, admiración casi adoración. Es mentira claro, pero el que gusta de este trato, es porque al mismo tiempo es capaz de admitir el mando autoritario, sometiéndose a el sumisamente. Un perfil idóneo para ser afiliado a un partido podría ser el de alguien mediocre, de carácter algo rastrero o bien su otra cara, el autoritario, que encuentra en la política un terreno adecuado para sin hacer nada para mecerlo más que saber dar zancadillas y puñaladas dialectales, ganarse la vida. No, mejor dicho, para darse la Gran Vida a costa del resto.

En la forma actual, sin apenas control por los ciudadanos, la tendencia es que en los partidos acaben estando formados por dos tipos de personas: las autoritarias y más capaces por un lado, y por otro el séquito de sumisos que alimenta la vanagloria y egocentrismo de los primeros. El resto de ciudadanos se encuentran con que no tienen espacio en la vida política, no hay hueco en la fragmentación partidista. La discusión política se basa en maniqueísmos llevados al límite de lo absurdo, la verdad o la realidad, ya no se buscan. Solo se busca alcanzar el poder, a través de la obtención de votos. Y si no se lo creen, vean, vean...

próximamente: estudio de alternativas


(1) Cazarín Martínez, A.: Los Factores de la Alternancia en Tlaxcala. 1991-2001 [en línea], Edición electrónica gratuita, 2008. "Capítulo 1, punto10: democracia y transición política en Europa" [acceso: 29 noviembre 2008] Disponible: <aquí>. Texto completo <aquí>.

2 comentarios:

  1. Gracias, Lino, por la elaboración de este artículo descriptivo de la realidad política de este país y en un lenguaje tan claro y llano.
    Solo te quiero hacer unas cuantas precisiones, en el párrafo en que citas mi bitácora.
    Puede ser que quedara escrito de mi cosecha, pero si es así, desde luego no corresponde mi idea de los partidos y sin duda me he expresado mal.

    Para mí, el objetivo político por antonomasia (sea de grupo o individual) es el poder, no el partido. Los partidos, que si que son aquí (como tú dices) la fuente de todas las decisiones, se erigen en los instrumentos fundamentales para conseguir ese objetivo. Que sean el medio no es malo en sí, se trate de partitocracia o democracia, si luego existen los controles ciudadanos que defendemos, que pueden llegar hasta la revocación y renovación de los cargos.

    Tampoco creo que el objetivo primordial de los políticos, sea servir al partido.El objetivo es procurar que este alcance la hegemonía electoral para alcanzar el poder. Una buena estrategia para conseguir esto, es desviar fondos públicos, donativos y dinero irregular para su financiación, lo que puede interpretarse como “servicio al partido”. Como podemos comprobar, por la abundante documentación que sobre el tema aporta la corrupción felipista, los que robaban, primero lo hacían para su bolsillo y luego, secundariamente, para el partido.

    Por otra parte, aunque nos empeñemos, el objetivo de un partido no es, ni puede serlo, la representación democrática.
    No se puede pedir peras al olmo. Si los partidos están imbricados en el Estado, subsisten gracias a su presupuesto y su objetivo es el poder, no se puede pretender que aquellos emprendan una reforma para que este les retire la paga, los limite y los controle.
    Dicha representación la debe otorgar y garantizar las instituciones del Estado y muy particularmente su Constitución y normas electorales. Y eso solo lo podemos conseguir nosotros, los ciudadanos, organizándonos y movilizándonos. Esto ya lo discutimos con Nava, en su blog y por eso mi empeño en elaborar unos puntos que acojan y resuman esa idea.
    Hay que cambiar el esquema actual: Estado=partidos= control ciudadanos, por este otro:
    Sociedad civil=Estado= control partidos=control del poder.

    En todo lo demás, estoy de acuerdo punto por punto. Me ha parecido muy ingeniosa tu comparación entre consumo y partitocracia. Me han venido a la cabeza las bandejas cerradas de frutas variadas con alternancia de piezas verdes y maduras que ofrecen los hipermercados.

    Saludos.

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  2. Gracias a ti «Luis Alonso Quijano»

    Ya comento al principio que este artículo podría parecer obvio, aunque en tu caso sea tal vez por un motivo distinto. Este artículo en realidad va dedicado a un sector de la sociedad, que yo asumo numeroso, que piensa que los partidos y su reparto proporcional, son la mejor de las maneras de representación democrática.

    Lo que deseo mostrar precisamente es lo que justamente afirmas tu también, que los partidos no tienen como función la representación, así que cualquier cosa que siga basándose únicamente en los partidos no logrará tal fin de forma limpia y directa. Sin embargo añado, son la única herramienta que tenemos los ciudadanos para ello. Deseaba hacer ver ese desajuste (y problema)

    La referencia a tu blog, es porque esa similitud con el mercado, me surgió de ese artículo al que enlazo, y al que añado algunas cosas mías. Tal vez debería haberlo explicado.

    Saludos cordiales. Me alegro de contactar de nuevo contigo.

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